Es un placer dejar que el tiempo se vaya en cosas así con personas así.
Dividiendo el mismo espacio, el aire, el olor y las casualidades.
Escuchando la respiración y las palpitaciones.
Viendo el sudor brotar bajo el sol y los ojos brillando debajo de los párpados.
Llenando la memoria de recuerdos pertenecientes a dos que,
en un futuro, se tratarán de revivir con todo detalle para deleite de uno.
Y sobretodo, el acortar distancias hasta ocupar el área mínima, jugando a cerrar los ojos y sentir, jugando a ignorar el mundo y besar.
Felicidad al poder vivir momentos agradables.
Melancolía al saber que terminada la ilusión tú estás allá y yo aquí.
Nos veremos en la próxima, porque debe haber un próximo encuentro en esta espiral sin fin por la que vamos cayendo.
¡Hasta pronto!