jueves, 20 de mayo de 2010

El regalo.

Mientras espero a que el tiempo vuele, corro a sentarme bajo un techo de lámina.


Cuando no se tiene mucho qué hacer, uno se da cuenta de las pequeñas piezas que generan un todo, los detalles que conforman la vida. Quizá sea por eso que el sabor de la dona de chocolate parece aun más maravilloso que ayer.

La señora junto a mí me mira comer y se voltea con cara de asco.
Yo la miro, ella lee la Biblia (Salmo 147,148).
Yo me río y doy otra mordida.

jueves, 13 de mayo de 2010

Acerca del tiempo compartido.


Es un placer dejar que el tiempo se vaya en cosas así con personas así.
Dividiendo el mismo espacio, el aire, el olor y las casualidades.
Escuchando la respiración y las palpitaciones.
Viendo el sudor brotar bajo el sol y los ojos brillando debajo de los párpados.

Llenando la memoria de recuerdos pertenecientes a dos que,
en un futuro, se tratarán de revivir con todo detalle para deleite de uno.

Y sobretodo, el acortar distancias hasta ocupar el área mínima, jugando a cerrar los ojos y sentir, jugando a ignorar el mundo y besar.

Felicidad al poder vivir momentos agradables.
Melancolía al saber que terminada la ilusión tú estás allá y yo aquí.

Nos veremos en la próxima, porque debe haber un próximo encuentro en esta espiral sin fin por la que vamos cayendo.



¡Hasta pronto!