lunes, 6 de octubre de 2014

Tláloc, el alborotado.

Hoy la ciudad de México estuvo cerca de convertirse en una Venecia latina. Llovió de manera torrencial, haciendo escupir a las coladeras, haciendo brotar fuentes de agua sucia que salpicaban el vidrio de los autos, jugando a apagar los motores de camionetas quienes quedaban atrapadas entre la noche y el agua, miles de calcetines empapados y negros, perros que al sacudirse salpicaban a su dueño.

Plazas usualmente bulliciosas de parejas jóvenes besándose en los rincones, niños corriendo con globos en la mano y madres histéricas detrás de ellos, ahora estaban vacías. Podías pararte en medio y apreciar la arquitectura sin nadie estorbando la visión, respirar el olor a tierra mojada, los colores más contrastados, el pavimento reflejando los faros de la noche. Coyoacan, la locación ideal para un film noir.