sábado, 1 de enero de 2011

A la prostituta

Mujer, tú te vendes debajo de ese farol amarillento. Para ti, la palabra ‘comercio’ se resume en ‘cuerpo’.

Tu oficina ubicada a corta distancia de un hotel para no cansarte en demasía con tus tacones de grandes dimensiones.

Ropa amoldada a tus formas. Olor a perfume barato y labial rancio. Pezones oscurecidos de feroces mordidas.

Abres las piernas al percibir la moneda en tu mano. Mantienes firme la búsqueda de tu príncipe azul.

Consumas fantasías cual hada madrina y engendras envidia entre las apáticas anorgásmicas.

Fémina de existencia ancestral y así el repudio de la sociedad. Causante de pluri-apelativos.

Mezcla de repugnancia y deleite corporal.


(In)Necesaria.




'El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.'