viernes, 16 de octubre de 2020

Octubre de fantasmas y caramelos.

 Caminar encorvado, bajo el peso del abrigo, con el mar frío y gris acompañándote, invocando personas a más de 10,000 km.

Saludar a ese par de árboles naranjas que dejan caer sus hojas sobre ti. 

Visitar la panadería con el cabello siempre húmedo para elegir un pastel nuevo.

Hablar un idioma que parece trabalenguas para pedir que enciendan la chimenea.

Descubrir que los viejos sin dientes se reúnen al mediodía frente a la farmacia para intercambiar recetas.

Recibir los rayos del sol, que con sus fuerzas agotadas, se asoma cuatro veces al día.

Recorrer la misma calle una y otra vez mientras la viuda con sombrero de pluma te juzga.

Fotografiar el pescado podrido frente a una embarcación: la ofrenda de los pescadores.

Abrir las puertas del cementerio, con su barda en ruina, y descubrir a los felinos trepando por una cruz para atrapar un canario. 

Flores marchitas y lápidas sin nombre, aquí han olvidado a sus muertos.


Escribir con el gato que nunca se despega, él entiende todos los idiomas, él observa todos los mundos.

Pasar las páginas viejas, una y otra vez, de aquel álbum de fotografías de desconocidos.

Preparar un plato de sopa para descongelar los huesos y tener buena suerte.

Usar el mismo suéter para no sentirte sola.

Cambiar de postura y pasar las páginas de ese libro japonés con toda confianza como si fuera tuyo.

Sentarte frente a frente con él y mirarle el alma a través de la luz de una vela. 

Beber cerveza barata y tararear la letra de “Grief came riding” hasta que las estrellas se oculten.

Compartir la cama bajo el techo inclinad, unir las yemas de los dedos en la penumbra. 

Mirar las nubes pasar y saber que él nunca se irá.

Tener aquí, entre las paredes de piedra, nuestro pequeño imperio, 

La dicha de hoy, no del mañana.

sábado, 29 de agosto de 2020

Vida de gato

Una hilera de puertas abiertas se extienden hasta el infinito creando nuevas combinaciones.

Pronto mi vida dará una nueva vuelta al sol y afortunada soy pues he vivido más de 7 vidas distintas.
Aquí, allá, estableciendo conexiones, existiendo en diversos mundos, habitando dentro de diferentes personajes para luego dejarlos intactos en el aparador. 
Mirando estrellas que, dependiendo de la latitud en donde me encuentre, nunca parecen tener el mismo esplendor.

El conjunto de todas ellas, es lo que soy. 
Mi esencia y mi alma están en constante transformación. 
Creo memorias para la posteridad.

A los que he conocido, los llevo en mi corazón y en cada suspiro, añoro un nuevo encuentro.
A los que me faltan por conocer, los espero con mente y brazos abiertos.

El rompecabezas sólo estará completo con mi último aliento.

jueves, 16 de julio de 2020

Viviendo cerca del mar

Hace tres días que pienso en el mar, ¿has escuchado el sonido del oleaje? Es magia. 


Puede estar enfurecido y propagar el miedo o estar calmo y sumergirte en una paz profunda. Aquí están a la misma altura el sol y la luna y las estrellas. Las hojas intentan bailar su mismo ritmo, las aves detienen su vuelo atraídas por el espectáculo. El vaivén sin tiempo ni espacio, sin forma definida. También tú lo ves y lo escuchas, me doy cuenta que hay algo diferente en tus ojos, está enamorándote. Así me quedo en la playa mirándote y escuchándolo, purificándome. Estamos en el paraíso.

jueves, 9 de abril de 2020

Los días más felices

El mes de abril parecía haberse detenido en el tiempo, con las calles vacías y los cielos más azules del año.

Los días transcurrían a nuestra manera. Vivíamos regidos por un horario natural, nos despertábamos cuando la luz atravesaba las cortinas y sabíamos que era de noche cuando el sol ya se había ido. 

Los libros y las tazas parecían reproducirse en cualquier rincón de nuestro minúsculo departamento. Disfrutábamos del agua caliente al bañarnos juntos y rara vez teníamos pantalones puestos. Comíamos a deshoras e inventábamos nuevas bebidas para aminorar el calor de la primavera.

Leíamos durante largos periodos de tiempo con las piernas entrelazadas. Mirábamos películas tan viejas que las siluetas de los personajes eran apenas distinguibles. Encendíamos algunas velas y nos recostábamos en el suelo fresco recordando anécdotas de las canciones y adivinando el año en el que fueron lanzadas al mundo.

Intercambiábamos miradas que contenían toda la ternura del mundo, besos que dejaban de manifiesto el amor contenido y caricias sin importar la hora del día. El gato nos observaba celoso desde la repisa mientras se limpiaba sus patitas blancas.

Admirábamos los pequeños cambios de la naturaleza, nos emocionábamos por una flor que nacía o cuando el árbol seco comenzaba a tornarse verde y lleno de vida. Algunas veces mirábamos los atardeceres que se asomaban a nuestra ventana, entonces reinaba el silencio y nos dejábamos cautivar por su hermosura.

Habíamos creado nuestro mundo.

Así fueron los días más felices de nuestra vida.

domingo, 5 de abril de 2020

Tiempo presente

Respira. 
El tiempo parece ir a la deriva. 
Las manecillas del reloj han perdido su ritmo.
El mundo va más lento.
Interrumpe tu rutina y alimenta tu alma.
Observa el vuelo de los pájaros y la agitación de las ramas.
Recuéstate e imagina la historia más fantástica sobre el blanco techo.
Escucha la intensidad que trae consigo el viento.
Platica hasta quedarte exhausto. 
Comparte y vuélvete cómplice con los tuyos.
Colecciona momentos que sólo te pertenezcan a ti.
Toma los silencios con toda la dulzura que los integran.
Cuestiona el presente, el pasado y el futuro.

Abre la ventana. 
Deja que el viento te despeine y llena tus pulmones hasta que los sientas explotar.
Siente la tristeza hasta lo más profundo de tu ser. 
Muere amargamente inundado por lágrimas.
Percibe la felicidad renacer a través del atardecer.

Respira.

El ciclo está por renovarse.

sábado, 28 de marzo de 2020

Noche santa

La noche recién comenzaba. Brindábamos por la música en nuestros oídos y por la belleza que nos rodeaba, compartíamos anécdotas, complicidades y sueños. Parecía un gran momento para estar vivos, ansiábamos comernos al mundo.

Las botellas vacías, la sangre ligera, la mente en vértigo. En nuestra euforia, perdimos el control.

Una transformación tan drástica como no habíamos vislumbrado nunca antes estaba a punto de comenzar. Discusiones, reclamos, llantos y enfrentamientos letales. Todas las fallas del pasado se cernían sobre nosotros, ensombreciéndonos a tal punto de resultar seres desconocidos. Los planes a futuro se evaporaban, las promesas se quedaban en el aire, la separación parecía inminente. La lluvia nos golpeaba en la cara y, en la búsqueda de un refugio, encontramos esa vieja y fría iglesia.

Ahí las palabras mordaces incrementaban su fuerza debido al eco, a la soledad y a la oscuridad. Los cirios jugaban macabramente nuestros gestos, haciendo de nuestros rostros, máscaras maléficas con miradas rencorosas. El amor se quebraba delante de los santos. Olvidábamos la marca que nos unía, ésa que sólo desaparecería con una mutilación. Parecía que nada podía poner pausa al hiriente discurso que se había desatado.

Paulatinamente, nuestras cuerdas vocales se vaciaron. Intentamos conciliar el sueño mientras tiritábamos de frío. Cada uno se encontraba en un confesionario, rodeado de los pensamientos más oscuros, hundiéndonos bajo el peso del fracaso. El alma estaba congelada y el corazón a medio morir.

Unas horas más tarde, la luz del amanecer atravesaba los vitrales y derretía el hielo formado durante la noche. Salimos sin mirarnos. Cruzamos la calle y tomaste mi mano. Habíamos enfrentado nuestros demonios más tenebroso. Aquel oscuro pasaje se cerraba junto con la puerta de la iglesia.

La tormenta se había disipado, un nuevo día comenzaba. Era el momento de reconstruir(nos).

jueves, 26 de marzo de 2020

Escenario pt. 1

Entre la estática y el silencio, regresemos a la observación e instrospección, a la tinta sobre papel, a las caminatas solitarias, a mirarnos a los ojos y a descubrir versos que contienen toda la belleza del mundo.