El estudio, lleno de pinturas creadas por Raúl y otras de pintores famosos, bocetos de mujer en diferentes posiciones y ángulos hechos a pluma y lápiz, libros de mitología griega y de pintura, discos de acetato, pinceles, óleos, frascos de aguarrás, prendas aventadas en un rincón, un sillón y en frente, un televisor empolvado, poco visible ya que está debajo de varios papeles, imágenes y libros, una videocassetera, al lado varios VHS, una pequeña mesa en donde hay tazas de café de varios días atrás y colillas de cigarros, un buró.
Raúl, sentado en un banco de madera, está pintando un cuadro al óleo sobre un lienzo de tamaño mediano soportado por un caballete, en la mano izquierda tiene la paleta en donde mezcla sus pinturas, con la derecha sostiene su pincel, en los labios sostiene un cigarrillo. Está muy concentrado e incluso la ceniza del cigarro cae en su ropa.
El cuadro, aun incompleto, consta de pasto, un lago, una columna blanca con enredaderas, árboles, una chica sentada en el césped mirando al lago, se ve su espalda y cabello recogido de perfil, en donde debería ir el rostro hay un hueco, al lado de ella hay una flauta dorada.
Raúl, abruptamente se detiene, se pone de pie y camina hacia la mesa, se sienta toma varias hojas blancas y un lápiz, comienza a dibujar. Va desechando los bocetos, uno tras otro, los avienta hacia el piso. Los bocetos son de una mujer, muy parecida a la del cuadro y a la de las paredes.
Las hojas se terminan y Raúl, harto, se pone de pie, regresa al cuadro y toma su espátula, la coloca cerca del cuadro en diferentes lugares hasta que la posa en donde se encuentra la flauta, la raspa. Raúl mira el cuadro unos segundos, luego avienta la espátula y se pone de pie.
Camina hacia el televisor, está empolvado y sepultado debajo de bocetos, tiene la antena rota, lo enciende, no hay señal, toma uno de los VHS y lo introduce en la videocasetera, se sienta en el sillón.
En el televisor, se muestran los mismos elementos existentes en el cuadro, y Euterpe se encuentra sentada sobre el pasto de frente al lago. Ella tiene el cabello amarrado hacia atrás, un vestido blanco de tela ligera, está descalza.
Euterpe se pone de pie. Sostiene con ambas manos y con fuerza la flauta rota, la misma que Raúl rasgó, y la deja caer.
Raúl se hinca y se acerca al televisor, acaricia las palmas de las manos de Euterpe, ansiándolas tocar.
Las manos un poco temblorosas son bajadas lentamente, dando paso a un bello talle, un bello busto, que Raúl fascinado admira….Justo antes de ver la cara de Euterpe gira y camina.
Raúl se pone de pie y se pasea inquieto por la estancia. Al fondo está el televisor, en donde Euterpe está caminando de forma juguetona, siempre en dirección contraria a Raúl.
Raúl voltea a ver el televisor, camina hacia él mientras enciende un cigarrillo. Ansioso, toma el televisor entre sus manos
Euterpe gira la cabeza, se puede ver una parte de su bello perfil, sin embargo, sube las manos rápidamente y se cubre el rostro.
Raúl hincado, y con desesperación trata de que Euterpe quite las manos de su rostro, parece arañar el televisor.
Euterpe, con el rostro aun cubierto, corre a refugiarse detrás de un árbol.
Raúl se pone de pie, se dirige hacia el cuadro, su cuadro, toma la espátula y mirando alternadamente entre el cuadro y la televisión raspa el cuadro en la parte del árbol.
Euterpe camina rápidamente alrededor de los árboles, tratando de huir. El viento la cubre.
Raúl, visiblemente molesto, se acerca a la videocasetera, expulsa el VHS apretando frenéticamente el botón, toma el VHS y arranca la cinta. Toma otro video, de una pila, rotulado con el nombre de ella, lo introduce y aparece el entorno de Euterpe aunque no se le ve por ningún lado. Raúl espera unos segundos pero Euterpe no aparece.
Raúl se levanta ansioso en busca de un cigarrillo pero la cajetilla está vacía, la aplasta con una mano, abre varias cajetillas y todas están vacías. Recoge las llaves y se dirige a la puerta, la abre y voltea a ver el televisor para asegurarse que Euterpe no está ahí.
Ahí está, Euterpe camina hacia él, cubre el recuadro del televisor con su cara, ésta no se distingue, ya que conforme fue avanzando la imagen fue perdiendo nitidez. Euterpe sonríe, sólo es la silueta, pero basta para seducir a Raúl.
Raúl indeciso, observa fijamente la sonrisa de Euterpe, cierra la puerta. Va por su caballete, lo toma y lo pone junto al televisor, toma un pincel y su paleta, dispuesto y ansioso de capturarla al fin.
El rostro de Euterpe comienza a ser más nítido. Raúl está emocionado…La imagen es interrumpida por la interferencia. Al concluir, Euterpe se tapa la cara con el vestido, dejando ver sólo su frente.
Raúl enojado, azota la paleta contra la televisión, la golpea seguidamente. (Risas burlonas de Euterpe). Raúl va hacia el buró y del cajón extrae una cajetilla de cerillos.
Se dirige hacia el televisor, enciende un cerillo, toma el cuadro del caballete, lo pone frente al televisor y acerca el cerillo al cuadro en señal de amenaza.
Euterpe detrás de una columna y con el rostro ligeramente cubierto por el cabello, observa la amenaza de Raúl.
Euterpe, arruga el semblante, sale de su escondite y muestra su rostro a Raúl…Nadie más puede verlo.
Raúl de pie, sosteniendo el cerillo apagado, con expresión de sorpresa, coloca apresuradamente el cuadro en el caballete. Hipnotizado, se acerca lo más posible a la televisión, acaricia la pantalla, quiere besarla, desea tenerla, plasmarla...Dándose cuenta de lo que está haciendo, se horroriza e intenta cambiar frenéticamente el canal, lo cual es inútil ya que Euterpe aparece en todos. Raúl se queda mirando la televisión unos segundos y se pone de pie.
Respira y comienza a arrancar los bocetos del rostro de ella, avienta óleos y pinceles al piso...destroza su entorno
Raúl se dirige a una pared en donde hay un boceto más grande que los demás, lo arranca, lo estruja contra su pecho, presionándolo, haciéndose daño, las manos se deforman, cierra los ojos y se deja caer en posición fetal.
El rostro de Euterpe es de una hermosura magnánima, digno de cualquier diosa, la más bella de las diosas.
Euterpe alterada, se tranquiliza y rápidamente se alegra…Sigue su camino y su vida.
El cuadro, obra maestra de Raúl, es devorado por las llamas.
