lunes, 19 de marzo de 2012

Naturaleza muerta.

No sé ni cómo ni cuándo, mi amor me ha abandonado como la estatua dañada después de una lluvia ácida. Como el aliento faltante tras una persecución. Como la fiebre de 40° luego de inspirar alucinaciones. Como el último sorbo de cerveza caliente al fondo de un vaso. Como una ostra al extraer la perla.

Me ha apartado por un futuro de patrimonios, por un por un ingreso fijo, por un incremento de capital, un título nobiliario, una realidad preferible. Aburguesamiento. No ha escuchado las palabras de Sabina ni las mías.

Las frases anhelantes: Quisiera… Si supieras…. Una embestida de abatimiento: Si hubiera…¿Qué pensarías? ¿Qué dirías?: El tiempo es dinero. Es lo que hacen las personas. Así es la vida. Una vorágine de habladurías.

Tú tan tibio y yo tan necia. Tú tan tú y yo tan yo.

Estoy siendo relegada como una planta en el corredor de una oficina, como los juguetes al llegar la adolescencia, como los limones rancios, como el pan caducado, como la playera descolorida, como las promesas dichas una tarde de Julio; se descuida el ayer, sólo se concibe el hoy.


-Mesero: Tarea y doble carga como entrada. Sopa aguada de pasión y adoración. Cúmulo de responsabilidades y escaso tiempo de plato fuerte y elijo para postre un cartón corrugado con sabor a lágrimas, tiempo y sol. Es todo, gracias.


Las flores se han marchitado y yo con ellas. Naturaleza muerta. Nuestra naturaleza está muerta. La mía. La tuya. La nuestra.