Me gusta la obscuridad porque no se sabe de Norte ni de Sur.
El cuerpo vibra al roce de cualquier superficie. Los ojos se escapan con la luna. Las extremidades se relajan, las arrugas disminuyen. Se acrecienta el impacto de tus labios, tu olor y los recuerdos. Las formas rígidas se vuelven orgánicas.
Los pecados se suavizan y los perdones proliferan. No hay pobreza ni riqueza ni diferencia de castas. Se modifica el ángulo de percepción. Se detiene el proceso de oxidación.
El tiempo estropea su perfecta unidad de medición. Se paralizan los avances tecnológicos. Las guerras pierden el sentido. Los límites se traspasan. Las fronteras se convierten en infinito.
Tu existencia.
Sale el sol y se evidencian las marcas, las irregularidades, la corrupción, las jerarquías, el maquillaje cuarteado, las superficies desgastadas, las esquinas despostilladas, las ciudades mal planeadas…los sueños mal logrados.
Me gusta la obscuridad porque el juego del misterio existe.