No quisiera que creyeras que ya no te pienso porque no te
escribo con tinta y palabras.
Ahora te escribo de diferentes maneras, con cada mirada que
te lanzo al estar sentado frente a mi en el sofá, cada ocasión en que dividimos
el agua bajo la regaderas, con cada silencio al que damos paso a nuestros
pensamientos, con cada recuerdo que revivimos, cada noche cuando poso mi oído
sobre tu pecho y escucho tu corazón latir.
Te escribo con cada beso en la espalda, cada vez que damos
inicio al jugueteo, con cada gota de sudor en nuestras pieles, cada vez que te
cuelas entre mis muslos y nuestras piernas se entrelazan como serpientes, cada
vez que peleamos en nuestra eterna y dulce lucha.
Te escribo mientras cerramos los ojos y creamos fantasías y
afuera los vagabundos buscan refugios, los delincuentes asaltan, los jóvenes se
emborrachan, los prostitutas esperan y los gatos cazan.
Te escribo con cada beso depositado en tu frente por la
mañana cuando aún duermes, cuando el sol brillan los primeros rayos, con cada
calle que camino contigo en mente, reavivando la noche anterior, con cada
camión que me lleva lejos de ti cuando en realidad, sólo quisiera quedarme a tu
lado.