jueves, 20 de mayo de 2010

El regalo.

Mientras espero a que el tiempo vuele, corro a sentarme bajo un techo de lámina.


Cuando no se tiene mucho qué hacer, uno se da cuenta de las pequeñas piezas que generan un todo, los detalles que conforman la vida. Quizá sea por eso que el sabor de la dona de chocolate parece aun más maravilloso que ayer.

La señora junto a mí me mira comer y se voltea con cara de asco.
Yo la miro, ella lee la Biblia (Salmo 147,148).
Yo me río y doy otra mordida.

2 comentarios:

Gato Pardowski dijo...

La "B"iblia en estos tiempos, es uno de esos libros pasados de moda.
(Se me antojo una dona, maldita sea!!!)
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Ahora que llueve tan seguido como que toda la gente quiere vivir su rutina pero la lluvia dice stop, a veces es un gran momento, sobre todo como huele antes de que caigan las primeras gotas, o no?