domingo, 27 de julio de 2014

A freaky man

"¡Qué raro es verte en alguien más!", pensaba yo mientras daba otro sorbo. 

Ver y reconocer en otros tus gestos, expresiones, gustos. Es como si, al fin, pudieras verte en un espejo de tiempo real, así tal cual estás expuesto a la sociedad, listo para ser aplaudido o desechado.
Bastan unos segundos para saberlo así de rápidos son los juicios aquí. Arbitrariedad.

Quisiera levantarme, tocarle el hombro y decirle "Yo te entiendo, yo lo sé", puedo imaginar su expresión de rechazo. Del mismo modo reaccionaría yo. Quizá sea bueno no saber que hay alguien semejante a ti, otro tú.

Perder la individualidad, la singularidad, el ser único e irrepetible. Esa sobrevaloración del género humano. Todos cortados desde el mismo molde, únicamente se realizan combinaciones al azar. Misma sonrisa para el 1, 15,17. Misma ceja y ojos para 3,15,18,19. Combinaciones finitas.

Sí, imagino su reacción. Uno se volvería loco al verse en otro. No es sano, se pierden los estribos. Siempre se está buscando el complemento y no el igual. Dejémoslo así. No movamos de más. No alteremos el orden, cualquiera que éste sea.


"¡Disfrute su comida, señor!".

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