Pienso en ti a la una de la tarde. La hora acordada para que
la carroza te lleve al lugar de los muertos.
No quise verte. La noche anterior acompañé a los tuyos en su
pena, compartimos el dolor, la pesadumbre, las miradas tristes y los silencios
pero no quise verte.
Me acordaré de ti siempre con esa bonita sonrisa sin dientes
y esos ojos que poco veían entre esas nebulosas oculares, ese mar de cataratas.
Me acordaré de ti con ese chal roído que me compartías de
niña y la noche era lluviosa y fría; con esa tortilla de huevo que me
preparabas por las mañanas antes de ir al colegio; porque siempre decías que el
desayuno era lo más importante.
Julia, una mujer de campo, recia y trabajadora, que nunca se
adaptó del todo a esta ciudad. Una mujer fértil que cargó 11 hijos en su
vientre y que aun así decidió adoptarme y llamarme 'mi niña'.
Julia, te velamos con café y pan dulce, tus alimentos
preferidos; entre el aire frío, ahí, de pie, tiritando, te recordamos todos los
que te teníamos cariño sincero. Todos los que admirábamos tu bondad, corazón
gigante y tus manos vacías de lo que este mundo llama riquezas. Tu opulencia
discernía de ello. Siempre con la preocupación de no desamparar a tus nietos y
a Ana, tu hija. Ellos están bien, yo estoy bien. Ten paz.
Julia, se que escuchabas todas las anécdotas recapituladas desde ese ataúd cerca de la ventana, rodeada de flores blancas y sirios encendidos.
Pobre viejecita que has dejado este planeta sin haber descifrado
el misterio de las letras, sin haber entendido la aritmética, sin saber nada
más que tu propia historia, siempre caminando con tus pies chuecos.
Julia, eras instinto y no ciencia, eras creencias y no
estudios. Julia eras más humana, más verdadera de lo que muchos son.
Pobre viejecita que te has ido tras 95 otoños; ahora te
esparcen en forma de polvo, ahora regresas a la tierra oscura de la que tanto
hablabas.
Julia, allá donde estés seguro sonríes y caminas con los pies
descalzos sobre la cálida arena mientras ves nítidamente un hermoso atardecer en el mar.
Ese mar a donde siempre quisiste ir. Ese mar que te espera en la otra orilla.