El filamento se suelta...el destello huye cobardemente y los barbudos botones ópticos son despertados con un impulso eléctrico, se desperezan y comienzan su labor suspirando resignadamente...
Ellos saben que aunque trabajen en una armonía perfecta, nunca serán dignos de confianza
Ellos, celosos de los conos que tienen un trabajo menos complejo y se llevan todos los elogios
Ellos, melancólicos al saber que su trabajo depende de una falla técnica que altera el costumbrismo nocturno...esa falla técnica creadora de caos.
Y es que, cuando los puntos de colores destellantes desaparecen, el rostro de cada persona se contrae, las líneas expresivas se hacen más marcadas y es entonces cuando se gira la cabeza a mirar el interior del faro del alumbrado público con el rostro rebosante de un signo, mezcla de interrogación y súplica...
La tranquilidad huye junto a esos puntos de colores y la reemplaza ese nerviosismo digno de cualquier paranoia, ese que crea accidentes, tráfico, lentitud, aislamiento, mordedura de uñas, tropezones, despeinarse, atropellados, (un laaargo) etc...en pocas palabras que paraliza el movimiento, el mundo , la vida...
Y lo único que piden esos barbudos es que confíen en ellos.
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