Despierto este 25 de Diciembre pensando en que pasaré la jornada en casa y en que el año prácticamente se ha ido, 6 días más y plaf! no quedará nada, sólo los recuerdos. Y, precisamente, en esta actividad me detengo.
Sin duda, lo más memorable que sucedió fue el volver a viajar a Francia, siendo un periodo de mucha paz y tranquilidad también de aprendizaje porque cuando uno no está en el territorio que domina, se encuentra más vulnerable. Conocer hermosos lugares que te atiborran el alma de sueños para poder enfrentarse después al mundo real y la cotidianidad, un ejemplo de ello fue Venecia. Con una arquitectura majestuosa, calles laberínticas, colores en las vitrinas de los locales, comida para saciar cualquier exigencia, puentes de ensueño, el agua como medio de transporte y de vida. También la Bretaña con sus increíbles paisajes y un lugar de ensueño como loes Dinan con sus calles empedradas que te incitan a perderte entre ellas; un entorno imponente como lo muestra Saint Malo, una ciudad amurallada frente al mar. Londres es algo que se tiene que vivir una vez en la vida. Una fiesta en honor de nuestro matrimonio también sucedió por aquellas tierras con las delicias culinarias que predominan allá y con la familia política que me ha adoptado con gran fervor a pesar de que no hemos podido tener grandes conversaciones. Una sonrisa sincera es el mejor intercambio. Conocer, comer y experimentar sin duda son actividades que alimentan el alma y por las que vale la pena dejar atrás todos los miedos e inseguridades.
Laboralmente he tropezado con varios baches que impiden ver con claridad el rumbo a tomar, sin embargo, uno no se desanima del todo cuando las monedas suenan en el bolsillo para poder ir a darse ciertos placeres mundanos. Cada vez me alejo más de las cuestiones sobre las que todo mundo habla y me adentro en un mundo que se acerca más al mío, a la esencia que me hace ser lo que soy.
Este mes de Septiembre se convirtió en algo inolvidable, con el peor sismo que hemos vivido los que son de mi generación. La fuerza imponente de la naturaleza para causar tremendas afectaciones y pérdidas humanas en un periodo de tiempo corto, nos recordaron lo que realmente nos importa. Hoy revivimos aquel sentimiento que ahora vive dentro de nosotros, afortunadamente sin daño alguno.
Contar con los amigos y la familia aunque haya distancia de por medio, ha resultado fundamental para poder continuar el camino, tomar decisiones, compartir vivencias, enfrentarnos a adioses y reencuentros, a tristezas y alegrías, les agradezco por estar. Aquellos que se han alejado por apatía o por voluntad propia, así tenía que ser pues yo no les aportaba nada interesante y viceversa. Aquellos que terminaron su ciclo de vida terrenal también los llevo en mi memoria y en mi corazón, enciendo una vela por todos.
Es el cuarto fin de año que paso al lado de mi compañero de vida, aquel que complementa mis actividades diarias, que me sorprende con aprendizajes nuevos y tantas complicidades, con el que paso horas disfrutando de conversaciones interesantes, literatura y música, así como de nimiedades y silencios, aquel por el que cualquier locura vale la pena.
Siendo una montaña rusa este 2017 se acerca a su fin y no queda más que brindar por lo que ya pasó, por los sucesos venideros en donde no tengamos las mismas incertidumbres y que nos acerquemos más a nuestros sueños.