Madrugada
de insomnio y lluvias torrenciales. Una vida de recuerdos que me ahogan. Se
levantó el telón: ya no hay más.
Hoy era tu
fiesta, éste era tu día. Hoy no hay banquetes ni deseos de una larga vida, pero
la memoria es terca y se aferra.
El gran
vacío en el pecho, el peso en el estómago y el dolor que se acumula y se eleva
al cielo que tampoco ha dejado de llorar.
Mi corazón
te recuerda y me gustaría verte bailar y cantar. Las velas, los rezos y las
flores son el único consuelo.
Tu partida
no tiene vuelta atrás. Lo sé. Me queda la tranquilidad de que te quise a tu
hora y en el lugar preciso.
Del otro
lado, aplauden y ríen en medio de una gran celebración. Allá en la vida eterna,
festejan al que fue un gran abuelo y ahora un ángel mayor.
Te recuerdo, te lloro, te quiero.
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